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jueves, 23 de marzo de 2017

Pachi y Silverio, dos cicerones de lujo en Sangüesa, a punto de despedir su segunda temporada como voluntarios culturales

La emoción y la satisfacción ilumina sus ojos, su sonrisa, sus gestos y su voz; aunque están también algo apenados. La segunda temporada está llegando a su fin y se preguntan "¿qué vamos a hacer hasta después del verano?"

Me explican entusiasmados que todo empezó un día, más o menos a finales de 2015. El párroco de Sangüesa, Don José María Martincorena, se acercó a la Junta Directiva de la Asociación Horizonte con una propuesta: "si alguien está interesado en abrir la Iglesia de Santa María la Real aquí están las llaves"...

Nadie más aceptó el reto. 

Solo Pachi y Silverio se comprometieron a abrir la iglesia de Santa María la Real, cada mañana de 11 a 13 hs., todos los días de la semana -salvo domingo y lunes-; en la temporada en que no hay concierto entre la Iglesia y la empresa que gestiona las visitas turísticas; o sea, entre enero y Santa Santa. 

El primer día, recuerdan, fue el 20 de enero de 2016. Y ya han pasado dos temporadas...

Lejos de cansarse con la experiencia cada día están más y más animados.En principio solo se habían comprometido a tener la iglesia abierta, pero poco a poco, se han ido convirtiendo en "cicerones"; o lo que es lo mismo,  unas "personas que enseñan y explican a otras, a las que acompañan y guían, por lo que hay de interés en un lugar o un edificio". 

Tanto Pachi como Silverio reconocen que siempre han querido mucho a Sangüesa pero que es fantástico poder contarle a otras personas los secretos y curiosidades de la Iglesia, hablarles de la historia de la Ciudad, anécdotas, acontecimientos, tradiciones...

Confiesan que han tenido que volver a estudiar pero, con mucho humor, reconocen que no se les olvidan los datos y que, esta actividad de guías voluntarios les aporta muchas cosas, también el ejercicio mental para luchar contra el Alzheimer. Pero no solo eso, dicen que es tremendamente estimulante descubrir los tesoros de Santa María (como ese díptico tan singular que se alberga en la Capilla Real); presumir de la antigüedad de la Custodia sangüesina del Corpus Cristi; o, incluso, aventurarse a encontrar nuevas explicaciones a los elementos que enseñan y explican (¿hubo agotes en Sangüesa?... 

Pero de todo lo bueno que señalan, para ellos, lo más bonito es compartir Sangüesa y Santa María con todas aquellas personas que deciden traspasar las puertas del templo. Con orgullo sano, me cuentan: "el año pasado recibimos a unas 1.200 personas, pero este año doblamos. Solo en el último mes hemos atendido a 1.190 personas. De estas unas 800 fueron en la Javierada." 

Y, siguen explicando "hay gentes que llegan solas, en pequeños grupitos o en grandes grupos y de todas partes: viene mucho italiano, pero también hemos atendido a visitantes de Holanda, China, Francia, Rumanía... han venido polacos, indués, brasileños... también hemos tenido gente de Cánada,  Indonesia, Alemania o Perú..."  

Les pregunto entonces, cómo se arreglan con los idiomas y -divertidos- me comentan que de una forma u otra siempre se entienden. "Hemos hecho de todo: explicar por señas y gestos hasta hacer una visita con móvil -nos dice Pachi- el visitante escribía la pregunta en su móvil y yo la respuesta, para traducirnos uno al otro le dabamos a una tecla..."


Silverio Lorenzo Vazquez y Francisco Javier Gomez Viqué, sangüesinos, jubilados, voluntarios culturales y cicerones en Santa María La Real esperando ya la próxima temporada